Retos de la producción frente a la feroz competencia de la era covid
Uno de los pilares claves en la reactivación económica que requiere el país es la sostenibilidad del aparato productivo nacional y del empleo formal que genera. En un escenario de fuerte contracción de la demanda nacional como la que se estima para el 2020 y un mercado externo que según la Organización Mundial del Comercio (OMC) puede caer entre 11 y 24 por ciento, sin duda, una de las principales preocupaciones es la desviación de comercio y llegada masiva de importaciones, que anularían por completo cualquier posibilidad de recuperación de los sectores económicos más golpeados por la pandemia.
Para hacer frente a estas amenazas, resultan de vital importancia los instrumentos de defensa comercial que les permiten a los gobiernos corregir distorsiones causadas por prácticas desleales de comercio internacional como el ‘dumping’ (exportar un producto a un precio más bajo que el de venta de su mercado interno), los subsidios (contribuciones financieras directas de los gobiernos a ciertos sectores productivos) o incrementos desmedidos de las importaciones en condiciones que afecten una industria nacional.
Generalmente, detrás de estas prácticas desleales se encuentran sectores subsidiados por sus gobiernos y que en muchas ocasiones cuentan con excesos de capacidad instalada que les permiten vender en los mercados internacionales, a precios sustancialmente bajos respecto a los competidores que no cuentan con estos beneficios.
Algunas señales de alerta
– Es fundamental revisar si se ha registrado un incremento del volumen de importaciones y una caída de sus precios especialmente respecto a otros proveedores nacionales e internacionales.
– Además, dichas importaciones normalmente ocasionan que la industria nacional pierda participación de mercado y se afecten negativamente indicadores como márgenes de utilidad, utilización de capacidad instalada, producción, ventas y empleos.
– En el momento que se determine que una empresa o sector se está viendo afectado por la presencia de importaciones en condiciones de competencia desleal, el Gobierno Nacional puede aplicar correctivos mediante la adopción de medidas arancelarias, conocidos como derechos antidumping, derechos compensatorios (cuando se trata de corregir las distorsiones de los subsidios estatales) o medidas de salvaguardia, que en todos los casos buscan equilibrar la competencia, es decir, nivelar la cancha sin restringir injustificadamente el comercio.
– Debe tenerse en cuenta que estas medidas se adoptan luego de un proceso de investigación por parte de las autoridades nacionales, en el caso de Colombia a través de la Subdirección de Prácticas Comerciales del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. Estas investigaciones tienen una duración de uno o dos años en las que se escuchan y valoran los argumentos y pruebas que presenten todas las partes interesadas: importadores, exportadores, gobiernos de los países investigados, asociaciones de consumidores, entre otros.
– De cara a la reactivación económica que requiere el país de manera urgente, no debería existir duda alguna de la importancia de garantizar una cancha de juego equilibrada para todos los actores del comercio y actuar decididamente para contrarrestar estas prácticas. Se debe reconocer además que la competitividad de un sector o una cadena de producción o la defensa del consumidor, no pueden construirse sobre la base de permitir el ingreso de productos importados en condiciones desleales.
– Otro de los efectos indeseados de permitir en un mercado las prácticas comerciales desleales, es que impiden la llegada de nuevos proveedores internacionales al mercado nacional, ya que la desventaja que generan prácticas como el dumping o las subvenciones también termina afectando a compañías extranjeras que no operan bajo estas mismas prácticas y que prefieren ingresar a mercados donde ya los gobiernos han tomado cartas en el asunto y existe un ambiente de competencia sano.
– En Colombia, la experiencia en la aplicación de estos instrumentos también ha demostrado que en los sectores que han logrado corregir estas distorsiones, han ingresado nuevos proveedores internacionales, al tiempo que la industria local ha incrementado sus inversiones, adelantado procesos de innovación y muy importante, ha continuado generando empleos formales y de calidad.
Los instrumentos de la defensa comercial fueron acordados en el Gatt de 1947 y posteriormente se profundizaron con la creación de la OMC en 1994 y son una pieza fundamental de los principios que rigen el libre comercio. Además, pueden ser aplicables en el marco de los tratados de libre comercio, ya que, precisamente, su importancia radica en la necesidad de garantizar que las oportunidades de liberalización comercial se den en condiciones de competencia equilibrada entre las empresas y los países.
Prácticamente todos los países que conforman la OMC han recurrido a estas disciplinas, y de hecho se destaca que nuestros principales socios comerciales se posicionan entre los países que los utilizan con mayor frecuencia. México tiene en vigor 76 derechos antidumping y 3 derechos compensatorios; Europa, 125 derechos ‘antidumping’ y 18 derechos compensatorios, y Estados Unidos lidera el ranquin con 494 derechos ‘antidumping’ y 117 compensatorios. Se destaca, además, que China también recurre a estos instrumentos con 108 medidas antidumping vigentes. Así mismo, en los últimos años se ha incrementado la activación de salvaguardias, especialmente en otros países asiáticos como Indonesia, Malasia, que suman más de 30 medidas en vigor y para muchos son, precisamente, un modelo de productividad y competitividad internacional que nuestro aparato productivo debería imitar.
Esto demuestra que, aun en las regiones que muestran indicadores en materia de desempeño exportador y competitividad mucho mejores que los de Colombia, estos instrumentos se han convertido en eje fundamental de la política comercial internacional. Muy seguramente, estos países ya superaron el debate de hace más de dos décadas sobre libre comercio vs. proteccionismo y entendieron rápidamente que en el comercio internacional persisten graves desbalances que ponen en riego las industrias locales y la legitimidad de los principios sobre los que se fundó el sistema multilateral de comercio y sus instituciones
Un asunto importante
Esta pandemia ha expuesto la grave fragmentación que ya venía presentando el sistema multilateral de comercio, que desde el siglo pasado ha definido las bases de que las políticas públicas orientadas a la liberación comercial.
Es innegable que, desde la creación de la OMC, que coincidió con la firma del Nafta, el mundo fue testigo de un crecimiento económico significativo y se consolidaron nuevas formas de producción bajo el concepto de la ‘cadena global de valor’. Sin embargo, en medio del mayor intercambio de bienes, servicios y flujos de inversión, comenzaron a ser evidentes profundas brechas respecto a la forma como distintos países y regiones asumieron dentro de sus políticas públicas el nuevo orden comercial. El punto de quiebre, y quizá el inicio de las tensiones comerciales de la actualidad, se da con el ingreso de China a la OMC en el 2001, pues se esperaba que con este rótulo el gigante asiático transformara su política económica y adoptara condiciones plenas de una economía de mercado.
Sin embargo, hoy no existe duda de que China mantiene gran parte de su economía bajo control estatal, situación que ha generado que sectores reconocidos por ser grandes generadores de empleo, como son el acero, química básica, petroquímica, textiles, metalmecánica, cerámica, entre otros, registren excesos de capacidad instalada que en muchos casos superan el consumo global de dichos productos y generan excedentes de exportación que son colocados en todo el mundo a precios bajos.
Aunque se han buscado distintas alternativas por medio de la cooperación internacional y el diálogo para enfrentar estos serios desequilibrios, dichos esfuerzos han resultado infructuosos. Se destaca, por ejemplo, el caso del sector acero, que incluso cuenta con un Comité especial en la Ocde para abordar el problema del exceso de capacidad instalada en las plantas chinas, sin que hasta el momento se hayan logrado resultados concretos.
Frente a esta realidad evidente, hace pocos días el economista francés Pascal Lamy, exdirector general de la OMC en el periodo 2005 a 2013 y una de las voces más autorizadas en temas de comercio internacional y globalización, reconoció que uno de los mayores retos que enfrenta el sistema multilateral de comercio es garantizar un “campo de juego equilibrado” en un escenario en el que ya es claro que no es viable un camino de “convergencia” con China, para lograr que se incorpore a los estándares tradicionales de una economía de mercado.
Además, otros países, también han venido adoptando ayudas financieras directas para ciertos sectores y políticas activas de intervención estatal que a la luz de la OMC son cuestionables, como ocurrió recientemente con ciertos instrumentos de promoción de India sobre los cuales el Órgano de Solución de Controversias de la OMC determinó que constituían subsidios prohibidos a la exportación.
Todo lo anterior se venía desarrollando en un mundo pre-covid-19, pero, como lo manifiesta el propio Lamy, los grandes recursos financieros que desde los bancos centrales se han venido desembolsando para la reactivación de la economía en distintos países pueden llegar a generar, en el corto plazo, desequilibrios aún más profundos en la cancha de juego para las compañías que compiten internacionalmente. Por este motivo, no podemos perder de vista que los gobiernos cuentan con una herramienta valiosa que, utilizada correctamente, puede ayudar a hacer frente a estos profundos desequilibrios.
Fuente:EL TIEMPO