El café parece estar fuera del trago amargo de la crisis
Los granos de la cosecha de café, una de las dos del 2020, se muestran rozagantes en medio de la crisis que salpica a la mayor parte de los sectores de la economía del país.
Tan pronto se cumpla la fecha del primer confinamiento nacional, a mediados de abril y principios de mayo, empezarían a recolectarse 6,5 millones de sacos que, en las actuales circunstancias, son una luz en este horizonte de incertidumbre para las familias que dependían de actividades informales que quedaron congeladas por el aislamiento obligatorio en la contingencia por covid-19.
Justamente, mientras otras ramas de la economía ven el panorama gris, el alto precio del dólar puso a la caficultura en lo que el gerente de la Federación de Cafeteros, Roberto Vélez, considera “una realidad muy interesante”.
Y es que hay café cosechado pese a la reducción en la producción de enero (-19 %) y febrero (-9 %), lo que Vélez cataloga como algo normal en esos meses. El precio interno por carga ha llegado a niveles récord, por encima del 1’300.000 el miércoles 25 de marzo. En la bolsa de Nueva York, hace rato que la libra del grano se cotiza más arriba de un dólar.
Y ahora se suma otra posible ventaja: la oportunidad de que los colombianos ‘encerrados’ aumenten el consumo per cápita, que hoy es de 2,2 kilos por año.
“Colombia lleva décadas invirtiendo en aumentar el consumo per cápita de café a niveles de los de Brasil o Estados Unidos; resultando en un fracaso tras otro. Nunca antes tuvimos la atención de todo el país cautivo y concentrado frente al televisor como ahora. Hay 2.000 o más nuevas marcas de cafés especiales listas para probar y comparar con el sabor de la pasilla”, señaló Oswaldo Acevedo, dueño de la empresa Café Mesa de los Santos.
Un panorama favorable
Sobre el precio interno por carga de café pergamino, el gerente de la Federación de Cafeteros dice que si pusiéramos el retrovisor, “hace un año estaba en la mitad. Es decir, se ha duplicado en 12 meses, una buena noticia para las 530.000 familias que en el país dependen de este producto”.
En términos de producción, si bien se han perdido más de 60.000 entre 2015 y 2019, porque los bajos precios que se venían dando hicieron que los productores migraran hacia otros cultivos, la productividad ha aumentado, según relata Vélez.
“La encuesta que realizamos, previo a la recolección, basada en el muestreo de pepas, nos indica que en el primer semestre vamos a recolectar 6,5 millones de sacos, con un máximo de 6,8 y un mínimo de 6,2”.
En cuanto al área que ocupa este cultivo, hace 5 años, el Sica (Sistema de Información Cafetera) registraba 920.000 hectáreas de cultivos, mientras que hoy, el país está en alrededor de 855.000 hectáreas.
“Primero hay que señalar que el Sica se ha depurado y actualizado. Además de eso, a pesar de tener 60.000 hectáreas menos, la producción es mayor o igual a la de ese entonces. El aumento de productividad ha sido suficientemente amplio como para que la producción se mantenga”.
En la mitad del país
En Colombia hay 603 municipios que cultivan café, lo que equivale a más de la mitad de los entes territoriales del país. Para el total del año, contando las dos cosechas, la estimación de la Federación de Cafeteros es que la producción sea parecida a la del año anterior, de entre 14 y 14,5 millones de sacos.“Es una cosecha normal grande con unos precios buenísimos, combinación que puede dar como resultado, si todo termina así, un valor de entre 9 y 9,5 billones de pesos; es decir, 2 billones más que el año anterior, casi un 25 por ciento más”, señala el gerente del gremio.
Su optimismo aflora al señalar que “estamos teniendo una de las cosechas más rentables de la historia, pero venimos de dos o tres años muy duros, apenas podríamos resanar lo que se viene en términos de deudas, créditos, en fin, el desatraso de la caficultura”.
Requieren emplear
Y lo mejor, en las actuales circunstancias, la caficultura le puede brindar a esa mano de obra informal que hoy está cesante por la coyuntura (el vendedor de minutos, el de la mototaxi que no puede salir) una oportunidad de hacerse a un ingreso cafetero. La cosecha siempre requiere 150.000 recolectores, muchos de ellos son asiduos trabajadores en sus zonas, pero habrá empleo.
No obstante, el esquema de alojamiento que se maneja en los cafetales, basado en campamentos, es la preocupación en medio de la prohibición de cercanía social.
“Vamos a coordinar el tema porque hay fincas cafeteras en las que la congregación puede ser de 500, 600 recolectores durmiendo en un mismo sitio. Hay interrogantes que tenemos que resolver”, señaló Vélez.
La expectativa es amplia, toda vez que la Federación de Cafeteros está convencida de que la caficultura “no solo vuelve a ser rentable, sino que vuelve a ser el motor económico de la zona rural colombiana y, por qué no, de buena parte de la economía
Fuente: EL TIEMPO