MIRITÍ - PARANÁ, AMAZONAS Según un estudio de Parques Nacionales, este metal envenena los peces de los ríos Cotuhé, Caquetá, Puré y Apaporis y afecta a los habitantes de tres poblaciones indígenas de los departamentos de Amazonas y Vaupés. Más de 15 especies de peces ya no se pueden consumir.
La pérdida acelerada del bosque no es la única problemática ambiental que afecta a la Amazonia colombiana. La minería ilegal de oro, que utiliza metales tóxicos como el mercurio para separar la pepa dorada de la roca, tiene en jaque a los ríos de la región más biodiversa del país, al igual que a sus peces y la población indígena que consume a diario estas especies.
Un nuevo estudio realizado por Parques Nacionales Naturales de Colombia, que contó con el apoyo de la Universidad de Cartagena y la Fundación Gordon and Betty Moore, acaba de revelar altas concentraciones de mercurio en tres poblaciones indígenas de los departamentos del Amazonas y Vaupés: Pani, Cimtar y Aciya Aciyava, ubicadas en las cuencas de los ríos Caquetá, Cotuhé, Puré y Apaporis.
Durante un año, entre noviembre de 2014 y 2015, expertos recolectaron muestras de músculo de peces que habitan estos ríos, zonas aledañas a los Parques Nacionales Yaigojé Apaporis,Cahuinarí y Amacayacu, al igual que cabellos de los miembros de las comunidades indígenas, con el fin de medir la concentración de mercurio.
Estos fueron los principales resultados del estudio “Contenido de mercurio en comunidades étnicas de la subregión planicie en la Amazonia colombiana”, un trabajo interinstitucional que inició hace siete años y el cual fue presentado esta semana en Leticia por la dirección territorial Amazonia de Parques Nacionales.
“Los resultados de este estudio arrojaron cifras que encienden alarmas frente a la necesidad de la intervención integral del Estado, dado que en las variables ambientales (aguas, sedimentos y peces) y las muestras de cabello de los habitantes de las organizaciones indígenas, encontramos niveles de mercurio que exceden lo establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, aseguró la entidad.
Peces tóxicos
Con ayuda de los pescadores locales, 243 ejemplares de peces fueron capturados en los cuatro ríos analizados (94 en Cotuhé, 52 en Puré, 51 en Apaporis y 46 en Caquetá), a los cuales les hicieron una escisión de una porción de músculo para luego poder analizar la presencia de mercurio en un laboratorio.
La OMS dice que el límite máximo de mercurio en un pez debe ser menor de 0,5 miligramos por gramo. Pero 37 por ciento de las muestras de peces evaluadas presentaron concentraciones de mercurio superiores a este índice.
Entre tanto, de las 26 especies de peces analizadas, 17 sobrepasaron este indicador, siendo las más críticas tucunare, jurajura-bocón, barbachato, mota-simo y capaz, con concentraciones superiores a un miligramo por gramo.
No se deben consumir
Las 17 especies de peces con mercurio en sus cuerpos, que el estudio recomienda no consumir, son:
- Tucunare
- Mota-simi
- Jurajura-bocón
- Capaz
- Barba chato
- Pintadillo tigre
- Cascariduro
- Bagre rayado
- Payara
- Chillón
- Arenca chata
- Piraña-puño
- Dorada
- Dormilón o pez negro
- Sabaleta
- Yaraqui-sapuara
- Pintadillo
Cerca del 65 por ciento de las especies analizadas no cumplió con el valor establecido por la FAO y la OMS de ingesta diaria de mercurio. “Todas las especies representan un posible riesgo de efectos sistémicos crónicos derivados de su contenido de mercurio”, evidencia el estudio.
Cabellos con mercurio
Más de 490 indígenas de las organizaciones Cimtar, Pani y Aciya-Aciyava participaron en el estudio y accedieron a que les tomaran muestras de sus cabellos para establecer la presencia de mercurio.
Los resultados fueron contundentes: las concentraciones del metal en los habitantes de estas comunidades excedieron hasta en un 100 por ciento los niveles de seguridad aceptados internacionalmente, superando con creces el 1 microgramo de mercurio por gramo (1 ?g/g) establecido por la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos (EPA) y el umbral de 5 microgramos por gramo de la OMS.
En la organización indígena Pani, que abarca al río Caquetá, fueron analizados 200 indígenas de cinco comunidades: San Francisco, Puerto Remanso del Tigre, Las Palmas, Mariápolis y Manacaro. En este lugar, la concentración media de mercurio fue de 17 microgramos por gramo.
En estos sitios fueron detectadas altas concentraciones de mercurio en cabellos de niños lactantes. Por ejemplo, dos niñas, una de dos meses en Manacaro y otra de seis meses en Puerto Remanso del Tire, tenían niveles de 14,3 y 23,2 microgramos por gramo, respectivamente», revela el estudio.
En el grupo Cimtar, ubicado en las cuencas de los ríos Cotuhé y Putumayo, participaron 187 indígenas de nueve comunidades, que arrojaron una media de concentración de mercurio de 11,11 microgramos de mercurio por gramo. Puerto Huila, Puerto Ticuna, Buenos Aires y Ventura registraron los índices más altos.
En Aciya-Aciyava, que hace parte de la cuenca del río Apaporis, 115 indígenas participaron en el muestreo. Sus cuatro comunidades (Bocas de Taraira, Bocas de Ugá, Ñumi y Vista Hermosa) registraron una media de 22,9 microgramos por gramo. Sin embargo, el caso de Bocas de Taraira fue abismal, con 34,8 microgramos de mercurio por gramo.
“Las concentraciones más altas de mercurio en muestras de cabello fueron encontradas en los habitantes del río Apaporis. En general, las organizaciones indígenas arrojaron cifras superiores a las registradas previamente en otros sitios del país, como el Distrito Minero de San Martín de Loba (Bolívar), Ayapel (Córdoba) y Caimito (Sucre), donde la contaminación por este metal ha sido reconocida como un problema debido a la minería”, afirma el estudio de Parques.
El documento indica que ya está comprobado que una de las principales fuentes de contaminación por mercurio en toda la cuenca del Amazonas, específicamente en Brasil, está relacionada con la extracción de oro, lo que constituye un riesgo potencial para la salud humana y el ambiente.
“Sin embargo, los habitantes de las cuencas de los ríos Caquetá (Pani), Apaporis (Aciya-Aciyava) y Cotuhe (Cimtar), no participan en las actividades de extracción de oro; pero sí son víctimas del impacto de este metal tóxico. Los altos niveles de mercurio en niños menores de dos años indican que durante su periodo de lactancia, estos consumieron leche materna contaminada con ese tóxico”, apunta la entidad.
Parques Nacionales concluye que ante los resultados arrojados por el estudio, es necesario fortalecer la prevención y desarrollar de manera conjunta con las organizaciones indígenas e instituciones, la vigilancia de las actividades de minería ilegal en estos territorios ancestrales, reservas forestales y áreas protegidas.
“Hay que revisar las pautas de alimentación o dietas tradicionales. Especies de peces que representan bajo riesgo toxicológico, por tener menor contenido de mercurio como palometa, sábalo y curvinata, podrían ser consumidas con mayor frecuencia, una ingesta que no supere las dos veces por semana”.
Mercurio a vuelo de pájaro
En la publicación, Parques Nacionales hace un barrido general sobre este metal tóxico, que aunque es un elemento presente de manera natural en la corteza terrestre, cuando el hombre o los fenómenos naturales lo liberan al ambiente, es transportado por aire o agua y genera contaminación.
El mercurio es liberado al ambiente por procesos naturales o generados por el hombre. Naturales como la actividad volcánica y antrópicos como los incendios forestales y la dispersión de residuos con este metal proveniente de la extracción de minerales que lo contienen.
Es un metal pesado de color gris plateado brillante, es líquido a temperatura ambiental y produce vapores sin color, olor y bastante tóxicos.
Hay tres formas de mercurio: elemental o metálico (utilizado en la extracción del oro, elaboración de termómetros, barómetros y lámparas fluorescentes); inorgánico (empleado en los laboratorios para su uso en reacciones químicas); y orgánico (como el metilmercurio, que se acumula en los tejidos de los peces).
La exposición al metilmercurio en humanos proviene del consumo de pescado. Su toxicidad depende del nivel del metal presente y la cantidad consumida. Es considerado una sustancia mucho más tóxica que el mercurio elemental o “azogue”.
“El metilmercurio repercute en la salud de los humanos, con efectos como inhabilidad para coordinar músculos; temblores, pérdida de apetito y peso; adormecimiento, punzaciones y quemaduras; disminución visual y auditiva; pérdida del habla; malformaciones; y hasta retardo mental, parálisis cerebral, un coma y la muerte”, cita Parques en el documento.
Entre tanto, la exposición a corto, mediano y largo plazo a altos niveles de vapor de mercurio metálico (azogue), puede producir dificultad respiratoria, bronquitis, problemas visuales, temblores, pérdida de la coordinación en los movimientos, daño en los riñones e hígado, salivación excesiva, cambios en el comportamiento y daño respiratorio que puede conducir a la muerte.
Fuente: Semana Rural
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