Las consecuencias de que Japón vuelva a la caza comercial de ballenas

Por Equipo Hanna | Hace 4 años 5 meses en Noticias | Comentarios

“Hemos decidido reinstaurar la caza comercial de ballenas a partir de julio del 2019 y retirarnos de la Convención Internacional para la Regulación de la Caza”, dijo el miércoles Yoshihide Suga, secretario general del Gobierno de Japón, en una rueda de prensa y en un desafío a las organizaciones ambientalistas y a los países que están en contra de esta actividad. De hecho, la decisión ha sido calificada como “retroceso” a lo pactado en 1946 para establecer la Comisión Ballenera Internacional (CBI).

El argumento de los nipones se basa en la moratoria de 1986, que permite hacer una ‘caza sostenible’ en la que las ballenas capturadas son objeto de estudios científicos y, después, su carne puede ser comercializada. Además, aseguran que sus principales motivaciones son “recuperar la tradición y soberanía”. Ahora bien, retirarse del CBI causa que Japón no pueda hacer más ‘cazas científicas’ en las zonas definidas por la comisión, como el océano Antártico. Por el contrario, deberá limitarse a hacerlo en su zona marítima. Es decir, no podrá autorizar la caza en zonas protegidas como la Antártida.

A nivel político, los japoneses se enfrentan a que se reduzca la cooperación internacional con su país, por lo que se podrían ver afectadas las relaciones bilaterales y económicas. De hecho, varios sectores han reaccionado a la decisión: el Gobierno de Australia expresó su inconformismo a través de un comunicado de prensa en el que dice estar “extremadamente decepcionado” e invita a los nipones a reconsiderar la decisión. También Winston Peters, ministro de Relaciones Exteriores de Nueva Zelanda, se refirió al hecho: “El Gobierno de Japón debe reconsiderar su posición y cesar la caza de ballenas con el fin de avanzar en la protección de los océanos”. Por supuesto, las organizaciones ambientalistas han rechazado la decisión, como lo expresó Humane Society International al periódico británico The Telegraph: “La reanudación de la caza comercial de ballenas pone a Japón más allá de los límites del derecho internacional y hace de ellos una nación pirata ballenera”.

Esta actividad se realiza desde hace cientos de años, sobre todo en los extremos nórdicos y meridoniales del planeta. En efecto, la exigencia establecida hace 32 años buscó que no se practicara la caza comercial en estas regiones del mundo, a menos de que se tratara de algo relacionado con la supervivencia humana o las tradiciones culturales. Sin embargo, países como Japón, Noruega e Islandia siguen cazando ballenas, con pretextos que, aseguran, “se fundamentan en las variables del convenio de 1986”.

Como lo alertó Greenpeace International, la caza comercial de ballenas pone en riesgo la reproducción de los cetáceos y aumenta las probabilidades de que se extingan, como lo que sucede con las especies de rorcuales norteños y comunes. En el 2017, según la CBI, 1.380 ballenas fueron cazadas, y Japón (596) y Noruega (432) fueron los países que más lo hicieron. En Corea del Sur hubo dos casos de caza furtiva: la especie que más fue capturada fue el minke antártico (1.056). Además, en 1964, según la cadena británica BBC, Japón llegó a la cifra récord de cazar a 24.000 ballenas. Ante esto, el diario japonés Asahi reveló que la carne de ballena solo es el 0,1 % de toda la carne que se vende en el país. Según estimaciones, el Gobierno japonés, a través del Instituto de Investigación Cetácea, aporta a la caza de ballenas 6,5 millones de euros al año.

Fuente:EL TIEMPO

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