El antioqueño acaba de ser ratificado al frente de la Alianza Bioversity-CIAT, que incide directamente en 40 países, y busca que los sistemas agroalimentarios sean “mejores para las personas y el planeta”
Uno de los colombianos con mayor poder de incidencia sobre cómo y qué se cultiva en el planeta sonríe al otro lado de la pantalla. Desde su apartamento en Roma, sede de las oficinas centrales de la influyente Alianza Bioversity-CIAT, Juan Lucas Restrepo hace un alto en una correría que en tres meses lo ha llevado por cuatro continentes, para hacer un poco de memoria. Descendiente de terratenientes y finqueros paisas, su figura y acento poco podrían advertir a un niño criado entre faenas de ordeño en el suroeste antioqueño y largas caminatas por laberintos de arroz en los Llanos Orientales.
Estudió ingeniería en la Universidad de Los Andes, pero a mitad de la carrera “la agricultura, la alimentación y lo rural” se habían convertido en su “obsesión”, gracias a profesores visionarios como Gustavo González y Enrique Luque Carulla. Se fue luego a Estados Unidos, donde cursó una maestría de Economía Agrícola de la Universidad de Cornell, con especialización en Políticas públicas en agricultura y alimentación.
Y a su regreso —en 1997, durante el gobierno Samper— fue nombrado director de Política Sectorial del Ministerio de Agricultura, cuando el país atravesaba uno de sus peores períodos climáticos. A los 27 años, su capacidad de gestión sorprendía tanto que en los pasillos del poder capitalino alguien tuvo el acierto de acuñarle el mote de El Fenómeno del Niño. Desde entonces, explica, entendió que ser líder no es un asunto individual: “Si uno ejerce el liderazgo desde el yo, no va para ningún lado”, dice. Y prefiere definirlo como “la oportunidad de ser un integrador, un convocante de esfuerzos”.
Entre sus logros más queridos se cuentan haber liderado la Ley 1876, que creó el Sistema Nacional de Innovación Agropecuaria en Colombia, o haber participado como embajador plenipotenciario en el último tramo de los Diálogos de La Habana, donde logró cerrar el Acuerdo de Tierras y las definiciones sobre soberanía alimentaria. Sin embargo, en el país se le reconoce antes que nada por un milagro: haber salvado del naufragio a la entonces Corpoica, la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria, creada en 1993.
Restrepo asumió su dirección en 2010, en los albores de la era Santos, cuando ya se le consideraba una entidad inviable, con “un déficit muchas veces su tamaño operacional”. Tras sus ocho años de liderazgo, la organización casi había triplicado el número de investigadores con PhD en su nómina, y había desarrollado un portafolio para la gestión de conocimiento y desarrollo tecnológico en siete cadenas de valor, incluyendo frutales y ganadería. Entregó “una corporación perfectamente viable, con laboratorios nuevos e infraestructura lista”, conectada con el campo, las universidades y el sector privado. Para sellar la reputación y credibilidad recuperadas, en 2018 le cambiaron el nombre a Agrosavia.
El derrame de conocimiento de Agrosavia ha sido clave en la revolución exportadora de aguacate de Colombia o en el ascenso de la industria del marañón en el Vichada, entre otros fenómenos agrícolas de gran impacto. Y sus aportes científicos –impulsados por el conocimiento que ha tenido Restrepo de este sector, pues fue gerente comercial de la Federación Nacional de Cafeteros– están en la base del proceso de introducción del café robusta (coffea canephora), una variedad apta para tierras cálidas con la que se busca corregir el absurdo de que el país importe café para suplir el mercado masivo.
“Yo soy muy poco adverso al riesgo, siempre he puesto mi carrera en juego”, dice. Y explica que “los riesgos hay que entenderlos”, pero se gestionan con “estrategias de contención y mitigación”.
En 2018, mediante un concurso internacional de méritos, fue elegido como Director general de Bioversity International y de su Alianza con el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT). Con más de 2.000 empleados y 15 centros de investigación y bancos de semillas, se dedican “a producir bienes públicos internacionales para los sistemas nacionales de innovación del Sur Global”. “Básicamente, lo que hacíamos en Agrosavia, pero ya para más de 40 países”. Este año, por ejemplo, recibieron el Premio Africano de Alimentación, un programa que ha proveído semillas de fríjol para más de 37 millones de pequeños agricultores en ese continente.
Considera que el mayor reto planetario es cerrar la enorme brecha que existe “entre las soluciones, que están relativamente claras, y el statu quo”, el cual, argumenta, “privilegia formas de producción, consumo y rentas que tienen muchas mejores alternativas, en términos de beneficios sociales y ambientales”. “Lo que tenemos que pensar es cuáles son esas rutas de transición viables entre el estado actual y el estado ideal, para cumplir los Objetivos del Milenio”, explica. Y aunque sabe que para el 2030 será imposible lograrlos, prefiere poner el reflector sobre lo aprendido hasta ahora y en “seguir insistiendo hasta lograr ese balance planetario”.
Por cosas como esa le han dicho, a modo de crítica, que es “demasiado optimista”. Pero se mantiene firme: “Yo sí veo una sociedad con enormes problemas, guerras, hambrunas, desastres climáticos… Pero me enfoco en los avances y en empujar el carro de las soluciones”.
Juan Miguel Villegas es comunicador social, periodista y editor.
Apoyan Ecopetrol, Movistar y Fundación Corona.
Fuente: El País
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