El sector implementa estrategias amigables con el medio ambiente, e impulsa el agro desde lo económico, el empleo y la disminución de pobreza.
Pensar la agricultura de Colombia con lleva imaginar un escenario de abundancia y riqueza gracias a la biodiversidad, con productores y campesinos que día a día trabajan por el campo y porque los alimentos lleguen a las mesas de cada uno de los colombianos del país. Sin embargo, hoy ese entorno ambiental está lejos de la realidad.
Actualmente, y dada la coyuntura del cambio climático, el sector agrícola ha tenido que explorar terrenos más sostenibles y más allá de las 5,6 millones de hectáreas sembradas en productos agropecuarios que, según el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, tiene el territorio nacional.
Por el exceso de lluvias previsto por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) –que en su último boletín de predicción climática asegura que en los próximos meses van a persistir las condiciones del Fenómeno de la Niña–, se estima que existe una probabilidad aproximada del 86% de que este evento climático se extienda hasta diciembre del 2022.
De igual forma, la posibilidad de que llegue hasta febrero del 2023 es del 60%, según las proyecciones del Climate Prediction Center (CPC) y el International Research Institute for Climate and Society (IRI).
Sin embargo, la producción de alimentos pasa por un momento de transformación tras la búsqueda de herramientas que permitan seguir cultivando de forma sostenible, rentable y resiliente. Así lo confirmó, por ejemplo, la empresa de fertilizantes Yara, que identificó cinco tendencias en la agricultura bajo las cuales todas las personas que hacen parte de la cadena de producción de alimentos pueden, a través de la tecnología, optimizar las prácticas de esta actividad para ser más eficientes, productivas y sostenibles.
“Lo hicimos en nuestro trabajo con los agricultores miembros de la cadena alimentaria, y con ellas enmarcamos el trabajo que el sector agrícola desarrolla para lograr objetivos de sostenibilidad, nutrición y cuidado del medio ambiente de cara al 2031”, señala Miguel Amado, gerente de Desarrollo de Negocios para Yara.
Compromiso cafetero
A la opinión del presidente de la SAC se une la del sector del cultivo del café. Según Roberto Vélez, gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), “el gremio realiza un sinnúmero de acciones e implementa proyectos en los ejes económico, social, ambiental y de gobernanza, con un compromiso real, y no en el simple discurso, con la sostenibilidad”.
En lo económico, esa federación “ayuda a los productores a mejorar su ingreso al elevar la productividad de las fincas, lo que a su vez reduce la pobreza y mejora el empleo en las zonas cafeteras. En lo social desarrolla acciones de educación rural,protección familiar,infraestructura, equidad de género, empalme generacional y asociatividad”, manifiesta el gerente.
Igualmente, sostiene que, en materia ambiental, “se siembran y cuidan bosques para la conservación y recuperación de biodiversidad o rondas hídricas, se emplea borra como combustible en lugar de combustibles fósiles o se diseñan mejores empaques y, en el eje de gobernanza, se fortalece la unidad y representatividad gremial”.
Desde el sector de los bananeros también se notifica que hay “un fuerte compromiso por el desarrollo de las regiones donde hacemos presencia”. Para José Francisco Zúñiga Cotes, presidente ejecutivo de la Asociación de Bananeros del Magdalena y Guajira (Asbama), “en el sector hemos venido trabajando por una sostenibilidad integral que comienza con la generación de cerca de 15.000 empleos formales directos en la costa Caribe, donde la base de los salarios es superior al mínimo legal vigente. A lo anterior se suman más de 40.000 empleos indirectos, lo que fomenta el dinamismo económico de las regiones”, explica.
Asimismo, frente al aspecto ambiental, el vocero asegura que “el recurso hídrico y la mitigación del cambio climático son el eje central de las buenas prácticas agrícolas que se ejecutan en los cultivos de banano, enfocadas en el uso eficiente del agua y la recuperación de coberturas de vegetación nativa en cercanías a las fuentes hídricas”.
A su turno, el ingenio azucarero Incauca asegura, en su último informe de sostenibilidad, que sus programas sociales beneficiaron a 10.572 personas durante los años 2020 y 2021. Así mismo, sus inversiones por $9.885 millones “ayudaron a mitigar el impacto de la pandemia, generar proyectos productivos, mejorar la calidad educativa en la región y generar espacios de convivencia para los jóvenes a través de escuelas deportivas”.
“Son varios programas que adelantamos para generar valor en las comunidades, dentro de los cuales vale la pena destacar la labor realizada con el proyecto productivo de mora con comunidades indígenas, el programa de escuelas de fútbol para los jóvenes de la región y el plan de mejoramiento de calidad de la educación en nuestra zona de influencia”, afirma Angélica Quiroga, directora de Sostenibilidad de Incauca.
Finalmente, el gremio de la carne bovina también se pronuncia al respecto. Según José Felix Lafaurie, presidente de la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegan), “junto con el Banco Mundial y con otras organizaciones ambientalistas desarrollamos un macro proyecto en cinco regiones que involucró a un poco más de 4.120 ganaderos que lograron reconvertir más de 100.000 hectáreas en sistemas sostenibles. Eso permitió acrecentar el empleo, además la capacidad promedio que pasó del animal y medio a cinco seis animales por hectárea gracias a los beneficios ambientales. Estos programas son la fórmula del trópico para hacer de la ganadería un actor fundamental que capture carbono y que reduzca considerablemente los gases efecto invernadero”, concluye el dirigente.
Fuente: Portafolio
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