La pérdida de biodiversidad en el planeta continúa generando titulares, y con buena razón. La biodiversidad saludable y abundante es fundamental para preservar la vida en la Tierra. Los microbios del suelo ayudan a las plantas a crecer y prosperar. Las plantas sanas proporcionan alimento y hábitat para las especies animales y, esas, como los polinizadores, forman parte de una vasta cadena alimentaria interconectada.
Las razones del declive de la biodiversidad son tan complicadas como la red de ecosistemas y especies que sustenta. La última evaluación de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (Ipbes) deja en claro que la pérdida de biodiversidad es un problema crítico con muchos factores, incluido cambio climático, cambio de uso del suelo, urbanización, contaminación y propagación de especies invasoras.
No hay duda de que la agricultura, principalmente a través del cambio en el uso de la tierra, tiene un impacto en la biodiversidad. Como señaló la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura en su informe de 2019 sobre ‘El estado de la biodiversidad mundial en la alimentación y la agricultura’, “cambios demográficos, urbanización, mercados, comercio y preferencias de los consumidores influyen en los sistemas alimentarios, frecuentemente con consecuencias negativas para la [biodiversidad] y los servicios de ecosistema que proporciona. Sin embargo, estos impulsores también abren oportunidades para hacer que los sistemas alimentarios sean sostenibles, por ejemplo, a través del desarrollo de mercados para productos amigables”.
Estoy orgullosa de liderar el equipo de biodiversidad de Bayer, un grupo enfocado en mejorar la biodiversidad con la agricultura sostenible.
Desde los organismos del suelo y los insectos beneficiosos, los animales que viven en las áreas de producción, hasta la diversidad genética de los mismos cultivos dependen de ecosistemas y biodiversidad saludables. Por lo tanto, tiene sentido que los agricultores y la industria estén enfocados en mejorar la biodiversidad. Si bien todavía hay mucho progreso por hacer, hay algunas formas en que ya se trabaja:
Buenas prácticas agrícolas abarcan una amplia gama de estrategias para tener cultivos saludables de forma sostenible. Las prácticas pueden incluir manejo integrado de plagas o malezas, rotación de cultivos y diversificación.
Prácticas de labranza de conservación diseñadas para mantener la estructura del suelo, acumulando materia orgánica, reduciendo la erosión, reteniendo agua y secuestrando carbono. Está habilitada por herramientas como cultivos modificados genéticamente y herbicidas.
Mantenimiento de hábitats naturales o creación de seminaturales no agrícolas es una estrategia adoptada por agricultores, especialmente en fincas menos productivas. La variedad de cultivos de más rendimiento, los productos de protección de cultivos mejorados y las herramientas de agro digital aumentan la producción.
Diversidad de cultivos con programas de mejoramiento para desarrollar nuevas variedades con, por ejemplo, tolerancia a la sequía o resistencia a plagas de insectos. Esto desarrolla resiliencia a factores como el cambio climático y permite prácticas como la rotación de cultivos.
Esfuerzos de gestión de productos, junto con tecnología como la del tratamiento de semillas y aplicación de productos de protección de cultivos ayuda a utilizar menos recursos, lo que reduce el impacto en el ambiente.
La agricultura y la protección de la biodiversidad están entrelazadas. Las innovaciones y un enfoque renovado en la sostenibilidad continuarán apoyando su crecimiento en beneficio de todos.
Fuente: Agronegocios
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