La lechuga es un vegetal foliar que es usado comúnmente en sándwiches o ensaladas. La lechuga comenzó a cultivarse por los antiguos egipcios para extraer aceite de sus semillas, y ahora se cultiva al rededor del mundo debido a su versatilidad y su uso en la cocina.
Históricamente, debido a su corta vida útil luego de la cosecha, la venta de lechugas se limitaba al área cercana al cultivo. Las ventajas que llegaron con la tecnología de empaque, almacenamiento y el transporte han mejorado la vida útil y el transporte de lechuga, permitiéndole estar disponible en tiendas de comestibles. Una de estas ventajas es procesar la lechuga en diversas ensaladas premezcladas. En estas ensaladas una selección de lechugas de diferentes variedades se mezclan con otros vegetales y son empacadas para su distribución. Estos empaques son prelavados y permiten que las ensaladas estén listas para el consumo, permitiendo al público contar con una alternativa económica, saludable y rápida.
Los productores de ensaladas compran vegetales frescos para el procesamiento y empaque. Desde la granja, la lechuga se transporta a las plantas de procesamiento en camiones refrigerados. Esta se descarga en una correa transportadora, donde se selecciona y corta. A continuación atraviesa un vigoroso proceso de limpieza y desinfección antes de empacarse.
Primero, la lechuga se lleva a un tanque de enjuague para remover tierra y otros residuos. Dependiendo de las condiciones del campo en la época de la cosecha, la lechuga puede tener diferentes cantidades tierra en su superficie y en las ranuras de las hojas. Si la cosecha se realiza inmediatamente después de una gran precipitación, se encontrará más tierra y residuos en comparación a los que encontraría en un clima seco. Una vez la lechuga se haya enjuagado, esta continua por la banda transportadora hacía una etapa sanitizante que de manera habitual se da en un tanque con una solución diluida de cloro. La lechuga se limpia, sanitiza, y ubica en una centrífuga donde todos los excesos de agua se remueven. Por último se selecciona, mezcla, empaca y distribuye a las tiendas.
Una planta procesadora de lechugas contacto a Hanna Instruments buscando un medidor de turbidez para sus tanques de enjuague. El cliente remplazaba el agua de sus tanques de manera periódica y realizaba controles de turbidez para determinar el estado del tanque. Aun así debido a la heterogeneidad de los lotes, los cultivos con más contaminantes hacían necesario remplazar el agua del tanque de manera más frecuente, para así asegurar una limpieza adecuada.
Si la turbidez del tanque excedía un límite, entonces el agua debía remplazarse de manera inmediata y la frecuencia del cambio aumentada mientras se continuará con el mismo cargamento. El cliente requería enviar sus muestras de agua a un laboratorio para realizar mediciones de turbiedad, y estaba buscando una solución portátil que le permitiera realizar mediciones de manera más frecuentes en planta.
Hanna Instruments le recomendó el medidor portátil de cloro libre/total y turbidez HI 93414. El instrumento se entrega junto a un maletín de transporte con todo lo que necesita para realizar mediciones de turbidez, incluyendo estándares de calibración para hasta cuatro punto entre 0 a 750 NTU, cubetas de muestra y un paño de microfibra para limpiar las cubetas de grasa o huellas digitales.
El cliente se sintió satisfecho por el estándar de turbidez HI 98703-11 que se entrega junto a un certificado de análisis en el que se detalla el lote y fecha de vencimiento, pues le aseguraba precisión en sus calibraciones. De manera adicional también resalto la funcionalidad multiparámetro del medidor que les permitió evaluar tanto la turbiedad de los tanques de limpieza, como también el cloro libre en su etapa de saneamiento.
De esta manera el HI 93414 les entrego una solución completa y portátil para la limpieza en tanques de enjuague y saneamiento.
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