En Vichada, empresarios están desarrollando un modelo de ganadería que sería referente mundial.
La ganadería bovina es un reto para el medioambiente. Tan solo en Colombia, la ganadería y la agricultura representan el 26 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Pero también están asociadas a la deforestación en zonas selváticas como el norte del Chocó y la Amazonia. Sumado a ello, debido a la forma como se practica, que en muchos casos es mediante pastoreo (la vaca pasta libre por el potrero), algunas prácticas nocivas como la quema de pastos para que rebroten tiene un fuerte efecto en la generación de gases contaminantes.
Esa es una de las razones por las que cada vez más el consumo de carne de res se ha estancado, asegura Paulo Moreira, gerente general de la Hacienda San José, un proyecto inédito ubicado en el departamento del Vichada, que busca producir en el país la carne de res más sostenible (en ambientes tropicales) del mundo. Moreira, quien por años trabajó como banquero e inversionista, no tenía ni idea de ganadería hace una década.
Hoy, explica con sencillez cómo quieren crear en el país la ganadería del futuro teniendo en cuenta la manera cómo se trata a los animales, la cantidad de gases contaminantes que aportan, la cantidad de recursos (agua y alimentos) que consumen y la capacidad de utilizar al máximo de eficiencia todos los recursos.
La Hacienda San José
En el 2014, Moreira, un brasilero e inversionista de banca, junto con el colombiano Gabriel Jaramillo, ex presidente de varios bancos en Latinoamérica y Estados Unidos y hoy, inversionista, querían invertir en un proyecto que cambiara el mundo por completo. Y querían, por decisión de Jaramillo, que fuese en Colombia.
“Lo estudiamos mucho antes de poner el primer peso. No teníamos claro qué hacer pero sí teníamos claro dónde queríamos llegar. El objetivo era causar un impacto. Basado en eso estudiamos cuáles eran los proyectos que causarían impacto y miramos desde marañón hasta granos, y llegamos a la ganadería”, asegura Moreira.
Acostumbrados al análisis de datos para la toma de decisiones y el desarrollo de proyectos, en la Hacienda San José aprovechan al máximo la ciencia y las investigaciones: usan ganado de raza Nelore (ciclo corto mejorado bajo selección genética para que crezca y tenga descendencia más rápido, y consume menos agua y pasto, y emite menos gases); utilizan una pastura africana que compensa hasta tres veces las emisiones generadas por los rumiantes (la Hacienda, en un hecho inédito frente a los promedios, tiene una ganadería que captura más carbono del que emite); aprovechan el espacio para hacer captura de gases y así tienen la posibilidad de emitir bonos de carbono; y se asocian con universidades, centros de investigación, organizaciones ambientalistas y fondos de banca multilateral para optimizar las prácticas a cada día.
Pensando en un objetivo a largo plazo, el proyecto está en el departamento del Vichada, a unos kilómetros de la frontera con Venezuela, en un complejo de 8.800 hectáreas con aeropuerto privado, acceso a ríos, amplias planicies y tierras por años catalogadas como poco fértiles y que hoy, como muestran los datos, pueden cambiar por completo.
La elección del sitio no fue al azar, querían una zona retadora, alejada y que mostrara que si el proyecto era viable lo ampliarían hacia el occidente incrementando la cantidad de tierras y replicando el modelo. Porque al final, la Hacienda San José es una apuesta de inversión en la que cualquiera puede poner su dinero.
Es como comprar una franquicia: la persona invierte y le entregan cerca de 1.100 hectáreas de terreno, un modelo de producción ganadera con unos estándares que debe seguir obligatoriamente y un promedio de 900 cabezas de ganado para empezar a producir carne.
Para Moreira todo se basa en una “aproximación holística” y una apuesta de lo que los consumidores van a pedir a futuro. La carne que se produce en la Hacienda no está pensada para el mercado colombiano (al menos en el mediano plazo), sino para ser exportada a Estados Unidos y Europa, donde hoy las exigencias de los consumidores van desde cómo se trata a los animales hasta qué huella de carbono dejó su producción.
"Es la suma de cosas sencillas que cuando se juntan se vuelve un sistema complejo. Hay que tener datos y tomar decisiones basado en esos datos. Un ejemplo: nosotros medimos la cantidad de pasto que hay en cada potrero de la finca y le atribuimos un score que va de 1 a 5. Basado en eso calculamos la cantidad de masa seca que hay y, por consiguiente, cuántos animales podemos poner allí”, dice Moreira.
Para él, uno de los temas claves, además del mejoramiento de la raza a través de selección genética, es el uso de pasturas específicas que se ha comprobado científicamente tienen un efecto en la captación de emisiones, uno de los grandes problemas asociados a la ganadería.
En la región de los Llanos Orientales, donde está el proyecto y donde pretenden crecer el modelo, para que los animales se alimenten bajo la técnica del pastoreo lo que hacen los ganaderos es quemar el pasto para que este vuelva y rebrote, generando emisiones y a la vez afectando la tierra.
En San José una de las prácticas prohibidas es la quema de pastizales y, de hecho, se cuenta con una metodología para hacer frente a incendios de potreros vecinos, porque ellos lo que hacen es sembrar pasturas que duran hasta 20 años y que son la base del proyecto.
Huella de carbono positiva
Desde el 2014, en la Hacienda San José se han utilizado varios tipos de pasturas para alimentar al ganado sin tener que quemar la tierra. El problema es que la tierra de los Llanos es alta en aluminio, por lo que el crecimiento de algunas especies es complejo.
Solo hasta septiembre de este año, gracias al apoyo de científicos de la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), la Universidad de Stuttgart de Alemania y el Banco Mundial descubrieron que una de las pasturas que usan, la Brachiaria humidicola, rompe un hito mundial al hacer que la ganadería pueda tener una huella de carbono positiva y aportar a la mitigación del calentamiento global.
En un hecho sin precedentes, un estudio demostró que el manejo integral de esta pastura mejorada en sabanas tropicales puede acumular 2,5 toneladas de CO2 equivalente (eq) por hectárea al año. En conjunto con animales de alto mérito genético, es posible desarrollar un sistema de producción en el que por cada tonelada de CO2 eq que emite el ganado, se capturan tres toneladas en el suelo.
Es decir, si las 4,5 millones de hectáreas degradadas en el Vichada dedicadas a la ganadería tuvieran la misma estructura de suelos y manejo de pasturas de la Hacienda San José, podrían almacenar 11 millones de toneladas anuales de CO2. Después de compensar las emisiones propias del sistema de producción, eso se traduciría en que tendrían una emisión positiva de seis millones de toneladas anuales de CO2. Capturarían más de la mitad de lo que emiten.
Según el doctor en Ciencias de las plantas e investigador principal del proyecto, Jacobo Arango, es una pastura traída de África en la época de la colonización y permanecía guardada en Semillas del Futuro, un banco de germoplasma del Valle del Cauca, apoyado por Jeff Bezos. Dicho banco ofrece gratuitamente a ganaderos y agricultores semillas y funciona como centro de investigación del CIAT.
De allí salieron las semillas para la siembra del pasto en la Hacienda, que tienen una característica especial: las raíces (que es por donde las plantas captan y acumulan el CO2) son tres veces más largas que el promedio, llegando incluso a superar el metro de profundidad, lo que les da una mayor capacidad de secuestrar carbono. Sumado a ello eran capaces de reducir el óxido nitroso generado por las vacas en un 50 por ciento.
Así, cuando hicieron la suma de lo que emitía la Hacienda por el simple hecho de hacer ganadería, frente a lo que captura la Brachiaria humidicola se encontraron con un resultado positivo. La Hacienda funcionaba como esponja y, en vez de ser un problema ambiental, es una herramienta para enfrentar el calentamiento global. “A todos nos sorprendió que esta pastura es capaz de acumular tanto carbono y de convertir un sistema netamente emisor como es la ganadería en su sistema, que está absorbiendo más de lo que emite”, enfatiza Arango.
Ampliar el modelo
Una de las características de la Hacienda San José es que como se basa en la optimización y el aprovechamiento del conocimiento, cuenta con una política de puertas abiertas. Es decir, si un ganadero o científico quiere ir allá y conocer cómo hacen los procesos o aportar a que estos mejoren, puede hacerlo. Así han llegado decenas de interesados en el tema.
Al final, el objetivo es ampliar el proyecto a toda la región de los Llanos Orientales. Hoy cuentan con inversores, que ya han decidido apostarle. Su objetivo es vender un total de 250 parcelas que incorporen el modelo que han creado.
Este es un proyecto de largo plazo y ambicioso. Pero es asociativo. Por eso, lo que viene incluye inversionistas y gente que tiene la misma visión de producir carne con atributos de sostenibilidad. Para los próximos 20 años esto seguramente llegará a los 500 millones de dólares invertidos en el ecosistema”, finaliza Paulo Moreira.
Fuente: El Tiempo
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